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Estimada Sra. Oriol:

No puedo permanecer impasible ante sus desafortunadas declaraciones de la semana pasada en las que aseguraba, con todo su convencimiento, que prefiere “contratar a mujeres mayores de 45 años o con edades inferiores a los 25 años para evitar embarazos”.

¿Pero cómo puede decir algo así y dormir tranquila?

Pues tengo que decirle que ni tengo más de 45 ni tengo menos de 25. Tengo exactamente 36 años. Tras seis largos años de estudios en la Facultad de Medicina, un año eterno enclaustrada en mi casa estudiando 10 horas al día para preparar el examen MIR y 4 duros años de especialidad, ahora puedo decir con mucho orgullo, que soy Médico Especialista en Pediatría.

Durante mi segundo año de especialidad me quedé embarazada de mi primer hijo y lejos de suponer un problema para mi jefe, el Dr. Jenaro Jover, fue una inmensa alegría celebrada por todos mis compañeros de profesión. Tengo que decirle que estuve trabajando en el Hospital hasta la semana…exactamente, hasta la semana 38 de embarazo, soportando largas horas de guardia en una UCI neonatal. ¿Ha estado alguna vez en alguna?¿Sabe lo que es luchar con todas sus fuerzas por mantener vivo a una criatura más pequeña que la que usted misma lleva en la barriga y a veces no conseguirlo? ¿Se lo puede imaginar?

Debo decirle también que mi rendimiento era exactamente el mismo que el resto de mis compañeros de los que siempre recibí un apoyo incondicional. Afortunadamente no pensaban como usted.

Una vez nació mi primer hijo me cogí exactamente 16 semanas de baja maternal que exprimí al máximo y que aún las recuerdo con inmensa emoción. En la semana 16 más un día, siendo aún médico residente, me incorporé a mi jornada habitual con mis 40 horas semanales más mis 6-7 guardias de 24 horas al mes. ¿Ha contado las horas? Muchas ¿verdad? Más de 60 horas a la semana. Durante las interminables guardias de 24 horas me sacaba la leche cada 3 horas, me quitaba horas de sueño para volver a casa con casi un litro de leche en una nevera para poder alimentar a mi hijo en la siguiente guardia. ¿Y sabe algo? Que aquello no lo viví como un sacrificio, si no que me siento tremendamente orgullosa de ello. Mi trabajo exigía el máximo rendimiento y el máximo rendimiento di.

Recién terminada la especialidad y con mi título en mano, me quedé embarazada de mi segunda hija (12 meses después de haber parido al primero). Por aquel entonces trabajaba en un Hospital privado y el mismo director médico, el Dr. Héctor Mirasol, cuando le di la noticia, me dio su más sincera enhorabuena, es más, de él fue el primer ramo de flores que recibí 9 meses después.

Durante mis nueve meses de mi segundo embarazo acudía puntual a mi puesto de trabajo que se encontraba a 40 km de mi casa. No importaba que hubiese pasado la noche en vela consolando al bebé de 13 meses que tenía en casa y que no podía dormir por las noches. A las 9 en punto yo entraba por la puerta del Hospital dejando todos mis problemas, dolores, falta de sueño y agotamiento en la mismísima puerta. Y todo ello, Sra. Oriol, porque mis pacientes se merecían una atención plena. Y porque en mi profesión hay poco margen de error.  ¿Verdad que cuando usted acudía al médico con sus hijos le gustaba que la pediatra le atendiera con sus 5 sentidos?

Jamás me cogí un solo día de baja, vomitaba 2 y 3 veces al día por las mañanas. A veces incluso, entre paciente y paciente tenía que salir corriendo al áseo. Nadie lo supo jamás. Como en mi primer embarazo, trabajé hasta la semana… esta vez, hasta la semana 39. Cinco días después daba a luz.

Y de nuevo en la semana 16 más un día de baja maternal, me incorporé nuevamente al Hospital.

Mis embarazos no mermaron jamás mis facultades, mi nivel de exigencia siempre fue el máximo. Es más, toda esta dedicación ha traído como consecuencia que adore mi profesión y sienta pasión por mi maternidad. Y como yo, cientos de mujeres. No soy ninguna excepción.

Ahora tengo 36 años, soy madre de un niño de 7 años y de una niña de 5 años y medio; sigo sin ser atractiva, según usted, para cualquier empresario que quiera contratarme porque aún estoy en edad fértil (y lo que me queda), pues resulta que trabajo en un Hospital privado que me permite conciliar mi vida profesional y familiar; considero que hago una buena labor a juzgar por los miles de pacientes que pasan por mi consulta cada año y animo a todas las madres a disfrutar de su maternidad el tiempo que puedan y a conciliar su vida laboral, si esta les da las mismas satisfacciones que me da a mí la mía.

Argumentos como el suyo son de otra época, Sra. Oriol. Si usted es la Presidenta del Círculo de Empresarios, a mí desde luego, que soy autónoma y gestiono mi propio trabajo, no me representa.

Atentamente,

Dra. Lucía Galán Bertrand.

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