Sois muchos de vosotros los que acudís a la consulta preocupados, en ocasiones alarmados, porque le habéis notado uno o varios bultos en el cuello.

Esta primavera hemos hablado de ello en Saber Vivir, aquí os dejo el vídeo.

Los ganglios son unos nódulos generalmente menores de 1 cm que se encuentran integrados dentro de una red de conductos muy finos que recorren nuestro cuerpo y que se denomina sistema linfático.

Al igual que tenemos un sistema venoso por donde circula la sangre, tenemos un sistema linfático por donde fluye la linfa.

A lo largo de nuestro cuerpo existen varias “estaciones de servicio” donde la linfa se acumula y se filtra de virus, bacterias, etc. Estas “estaciones” es lo que llamamos ganglios.

Se agrupan en racimos y se encuentran en todo nuestro cuerpo: en el cuello, axilas, codos, ingles, detrás de las rodillas.

¿Para qué sirven los ganglios?

Por un lado filtran la linfa, la limpian.

Por otro lado, fabrican defensas: glóbulos blancos como linfocitos o monocitos, también células plasmáticas que ayudan a combatir frente a las infecciones.

¿Se palpan los ganglios?

Habitualmente no.

¿Y si se palpan o se ven quiere decir que tiene algo grave?

No. Soy consciente que el tema de los ganglios genera mucho miedo porque se relaciona con los linfomas y diversos cánceres; pero debéis saber que en los niños es muy habitual palpar ganglios sobre todo en la zona cervical, en el cuello. Solamente un porcentaje muy, muy bajo será consecuencia de una enfermedad maligna como pueda ser un cáncer.

¿Y qué son las adenopatías?

Son los ganglios que han aumentado de tamaño o que la consistencia o la apariencia no es la habitual.

Un ganglio normal es menor de un centímetro, blandito, móvil, no está fijo, no duele, es del mismo color que la piel del cuello y no aumenta de tamaño

Hablamos de adenopatía cuando aumenta de tamaño o cuando es de consistencia dura, cuando está fija y no somos capaces de desplazarla con nuestros dedos o cuando duele y la piel se pone enrojecida y caliente.

En los niños la causa más frecuente de ganglios aumentados de tamaño (adenopatías) en el cuello son las infecciones.

Si un niño tiene un resfriado, una amigdalitis, una otitis, una faringitis o una infección en cualquier zona de nariz – garganta, lo más habitual es que encontremos ganglios aumentados de tamaño en el cuello.

¿Y por qué? Porque nuestro organismo ha detectado un agente extraño y las fábricas de defensas (los ganglios) comienzan a fabricar linfocitos para luchar contra los virus o bacterias que nos están “atacando”.

¿Y por qué a los niños se les notan con mucha más frecuencia los ganglios que a los adultos?

Porque los niños durante casi la mitad del año están acatarrados. O si no, ¿de dónde viene el término de “mocosos”? Pues eso, tienen mocos; cientos de virus entran en contacto con ellos cada invierno, y su cuerpo, que al ser joven y sano es muy combatiente y reactivo, responden rápidamente inflamándose los ganglios.

Existe una regla que nos ayuda:

  • Generalmente cuando los ganglios aumentan de tamaño en ambas partes del cuello se trata de infecciones víricas. “Jolín con los virus, están en todas partes; si ya sabía yo que me ibas a decir que era un virus”- decís muchas madres. Pues sí: adenovirus, rinovirus, influenza, CMV, VEB, Coxackie…
  • Si lo que palpamos es un único ganglio en un lado del cuello, suele ser una bacteria la culpable (Stafilococo o Streptococo). Bacteria que estaba en la garganta y se escapó de su medio y se “coló” en uno de los ganglios infectándolo. En ese caso el ganglio estará grande (más de 2 cm de diámetro), doloroso, rojo. En esta situación es probable que vuestro pediatra os prescriba un antibiótico.

¿Cuándo debo preocuparme?

Como madre, si le palpáis ganglios, os recomiendo que consultéis; la inmensa mayoría de las veces no es nada importante, pero eso lo tiene que valorar y seguir vuestro pediatra.

Como pediatra… ¿Cuándo me preocupo?

  • Si mide más de 2 cm de diámetro; no me preocupo pero me ocupo; es probable que lo vuelva a citar en una o dos semanas para ver la evolución.
  • Si tiene signos inflamatorios, es decir, está rojo, grande, caliente y doloroso.
  • Si son de consistencia pétrea, es decir, duros como piedras.
  • Si aumenta de tamaño en 2 semanas, no disminuye en 4-6 semanas o no desaparece en 8-12 semanas.
  • Si están ubicados en la zona supraclavicular. Justo encima de la clavícula: estos ganglios hay que estudiarlos siempre. (Aquí sí me preocupo)
  • Si van acompañados de pérdida de peso, cansancio, sudoración nocturna repentina, fiebre prolongada, pérdida de apetito y apatía (Entonces me preocupo y mucho)

Resumiendo, si vuestro hijo está acatarrado, lleva días con las velas colgando y al ducharle le notáis unas bolitas, como garbanzos, en el cuello: tranquilas. Su cuerpo está luchando frente a los intrusos.

Si observáis cualquier cosa que se aleja de esto, consultad, para eso estamos. Pero sin obsesionarse que ya os veo a todas esta noche palpando el cuello a vuestros hijos en busca de algo raro… ¿o no?

Os confieso que yo a veces lo he hecho con los míos y me he ganado el consabido: “Ay mami, quieres dejarme yaaa!!!!” 

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